Reportajes
Anciana de 90 años sobrevive coronavirus, ofrece esperanzas
Anna Fortunato, una anciana de 90 años sobreviviente del COVID-19, tiene un mensaje para el resto de nosotros: No temas. No te desesperes.
Anna Fortunato, una anciana de 90 años sobreviviente del COVID-19, tiene un mensaje para el resto de nosotros: No temas. No te desesperes.
Ella se acababa de mudar de Seúl, donde pasó tres décadas trabajando en la misma farmacia, para abrir la Farmacia Hankyeol (“confiable”) en la ciudad de Incheon, cerca del aeropuerto internacional.
Nada en la forma en la que vivió Enrico Giacomoni durante más de 80 años en Roma corresponde con la forma en que murió: solo. Era una buena persona, dijo su hijo, un hombre que se tomaba en serio sus responsabilidades pero no dejaba que las presiones de la vida le hicieran menos amable.
Cinco días antes de acabar marzo, el alcalde reunió a los 548 jefes de familia de la localidad y decidieron cerrar el pueblo a las visitas. “Solo pueden entrar los que venden alimentos y cosas básicas y se les ha dicho a los de aquí que si salen vayan de uno en uno”.
A medida que la pandemia de Covid-19 avanzaba, los países y organismos internacionales fueron confeccionando guías sobre las medidas que adoptar: detectar y aislar casos, cuándo debían comenzar el distanciamiento social, cómo… Lo que todavía no han publicado es un manual de cómo salir de ellas.
La pandemia de coronavirus se está ensañando con Nueva York, epicentro de tantas cosas en Estados Unidos, y también de este virus atroz. El paciente cero de la ciudad se detectó el 1 de marzo y este viernes se superaban los 1,800 muertos y los 57,159 contagios, el doble de la semana pasada,
Los funcionarios a menudo usan palabras similares cuando describen la pandemia, pero no siempre hablan de lo mismo, lo que hace que las comparaciones globales sean poco útiles. Entender la pandemia del coronavirus requiere ponerse al día tanto con la epidemiología como con la semántica.
Hay estantes con libros donados. Cajas de cartón volteadas hacen de mesas donde esperan artículos de aseo personal de un hotel. Sirven comidas con notas de aliento. Y un ejército de voluntarios hace lo posible para generar un aire de optimismo en medio de la pandemia.
La magnitud de la pandemia de covid-19, cuyo número de muertos aumenta a cada hora, oscurece las tragedias individuales. Más de 40,000 personas han muerto a causa de la enfermedad en todo el mundo: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, pacientes y cuidadores.
En Bérgamo, Bruselas, París, Alcorcón o Berlín, enfermeras, basureros, repartidores domiciliarios y cajeras -entre otros oficios a menudo menospreciados- siguen trabajando en la sombra, expuestos al riesgo de contraer la covid-19, por el bienestar de la población.
El nuevo coronavirus seguía cobrándose vidas el miércoles, pese a las medidas sin precedentes tomadas en todo el mundo para detener la pandemia, que según el jefe de la ONU implica la peor crisis que vive la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.
Viven aislados desde hace años en localidades de la Patagonia, en el sur de Argentina. No tienen miedo a la soledad pero temen que el nuevo coronavirus arrase con la economía de esa zona dependiente del turismo y del petróleo.
Empujar un carrito de compras, desafiar pasillos llenos de gente e incluso desempacar la compra ahora parece peligroso. Aquí está nuestra guía para comprar durante la crisis del coronavirus.
En tiempos normales, la capital abarrotada de Colombia reverbera con un ruido interminable. Pero bajo cuarentena, la ciudad ha sido invadida por un sonido extraordinario: el del silencio.
Vigilado e investigado por científicos de todo el mundo, el nuevo coronavirus sigue planteando muchas incógnitas tres meses después de su aparición en China.
El nuevo coronavirus ha hecho que muchas personas estén estresadas por la ropa y la limpieza, sobre todo las que viven en las ciudades. Ahora que se les ha recomendado a millones de estadounidenses que se queden en su casa lo más posible para ayudar a contener la propagación del nuevo coronavirus.
“Las intervenciones no farmacológicas pueden tener réditos económicos, más allá de la reducción en la mortalidad”, concluyen los tres investigadores en el estudio, publicado el jueves pasado y del que primero se ha hecho eco Bloomberg.
Semanas después de convertirse en uno de los primeros neoyorquinos en dar positivo por la enfermedad, este sobreviviente dice que su pesadilla “aún no ha terminado”.
Muchos trabajadores en la región no tienen contratos ni prestaciones y viven al día. Esta fuerza laboral de millones es particularmente vulnerable a los impactos del coronavirus.
No eran ni siquiera las 9 de la mañana cuando el cubrebocas N95 de Sylvie de Souza, que debía cubrir su rostro herméticamente, ya estaba desacomodado. Mientras caía la lluvia helada el lunes, usando zuecos de goma, la doctora iba y venía del departamento de emergencias que preside en el Centro...