Editoriales
¿Quién manda en México?
El 17 de octubre, un hombre armado entró a un restaurante de Culiacán, capital del estado de Sinaloa de México, para informar a la población sobre el convoy de gente armada que se acercaba a la ciudad.
El 17 de octubre, un hombre armado entró a un restaurante de Culiacán, capital del estado de Sinaloa de México, para informar a la población sobre el convoy de gente armada que se acercaba a la ciudad.
El caso de Bolivia, en donde las fuerzas armadas sugirieron a Evo Morales renunciar, reveló que los soldados no han abandonado el poder en América Latina. La vuelta de los ejércitos como actores políticos es peligroso para una región que aún tiene cicatrices por las dictaduras militares.
La caída de Evo Morales es un recordatorio de que para restaurar una democracia defectuosa no siempre se siguen las reglas democráticas. Para los demócratas liberales que lamentan la erosión democrática en todo el mundo, el colapso del gobierno de Evo Morales en Bolivia ofrece un rayo de esperanza.
Los acontecimientos de Bolivia encajan en el concepto de revolución callejera: los ciudadanos se volcaron a las calles para exigir la renuncia de un dirigente que se negaba a respetar los límites de su poder, y en algún momento involucró a instituciones fuertes de izquierda y de derecha.
Pasados 23 días de las elecciones generales en Bolivia, el recuento de los daños asciende a cinco muertos, múltiples heridos, tres semanas de paro nacional y destrozos en todo el país. El detonante del conflicto: un proceso electoral sobre el que revolotea el fantasma de un fraude monumental.
La crisis económica y el estancamiento han provocado una ola de protestas ciudadanas y una demanda de más transparencia y un estado de bienestar eficiente en toda la región.
Bolivia se ha convertido este domingo en un símbolo. La renuncia de Evo Morales es el síntoma del agotamiento de un modelo que había generado una fuerte contestación social y al mismo tiempo la preocupante demostración de que el poder en América Latina depende aún hoy de las Fuerzas Armadas.
En 2011, Carlos Pascual, embajador de Estados Unidos en México, se convirtió en el primer embajador estadounidense en verse obligado a renunciar. Una serie de cables que Pascual envió a Washington, publicados en WikiLeaks, revelaron que cuando las autoridades estadounidenses identificaban...
Las protestas actuales surgen en un contexto de desaceleración o crisis económica. América Latina salió prácticamente indemne de la crisis global de 2008, pero ahora resulta la región más golpeada. El Fondo Monetario Internacional esta en el centro de mira de casi todas las manifestaciones.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asumió en diciembre prometiendo evitar repetir las “políticas fallidas” de las administraciones anteriores que hicieron poco para detener la ola de violencia que costó unas 29,000 vidas el año pasado.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró el éxito en Siria el miércoles y ofreció una escena para el recuerdo aludiendo a su promesa de campaña de que pondría fin a la implicación de Estados Unidos en “guerras infinitas”.
Los mandarines de la economía mundial han desfilado estos días por la sede del FMI en Washington. Por sus pasillos es fácil toparse, por ejemplo, con Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, que además de un resfriado arrastra un pronóstico de crecimiento bastante deprimente.
Una patrulla del Ejército mexicano detuvo este jueves en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, quizá el capo del narco más conocido del mundo.
Qué difícil resulta ser un crítico del actual gobierno mexicano. No por falta de material, pues entre comunicación torpe (verbigracia, el "Fuchi, guácala") y medidas, episodios y personajes cuestionables en el entorno oficial, hay tela de sobra.
Al mismo tiempo que hay información que salva vidas y es gloriosa, hay otra que mata y es tóxica. La desinformación, el fraude y la manipulación que fomenta el conflicto están teniendo un auge tan acelerado como la información extraída de las masivas bases de datos digitalizados.
La corrupción no es un fenómeno fácil de delimitar ni de medir. Es, por naturaleza, un hecho oculto. Pero también ampliamente percibido por la sociedad. Al menos así lo afirman más de la mitad de los latinoamericanos, que consideran que la mayoría o todos sus principales políticos son corruptos.
El anuncio por parte de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, de la puesta en marcha de la investigación previa para el proceso de destitución contra Donald Trump constituye un hecho de extrema importancia en la democracia más poderosa del planeta.
Coincidiendo con la apertura del periodo ordinario de sesiones del Congreso en México, el 1 de septiembre cada año el presidente de la República debe presentar un informe por escrito en el que “manifieste el estado general que guarda la administración pública del país”.
El presidente López Obrador, en el mensaje de su primer informe de Gobierno el 1º de septiembre, urgió al Congreso a “establecer el mecanismo de revocación del mandato como una forma efectiva de control” y a “que elimine las trabas legales para la aplicación del método de la consulta popular”.
López Obrador llega a su primer informe con un problema: la cuarta transformación no está transformando lo que debía, ni las brechas económicas y sociales ni la política de caciques de México. Mucho deberá cambiar para que el legado de AMLO sea positivo. Hoy, su cacareada 4T es un fiasco.