Reportajes
¿En algo hay que creer?
El miedo se ha convertido en el factor ordenador de la sociedad global en la pandemia. Pero ¿cómo orientarnos ahora que el miedo está desnudo? Fracasamos. Nos creíamos tan poderosos y un virus nos deshizo.
El miedo se ha convertido en el factor ordenador de la sociedad global en la pandemia. Pero ¿cómo orientarnos ahora que el miedo está desnudo? Fracasamos. Nos creíamos tan poderosos y un virus nos deshizo.
Países de todo el mundo han gastado miles de millones de dólares rescatando a empresas afectadas por el brote de coronavirus. Los cocaleros peruanos, que cultivan la tupida planta utilizada para producir cocaína, dicen que también quieren ayuda.
Bajo un cálido sol vespertino, Chen Enting tomó una foto del boleto para su primer viaje en ferry por el río Yangtsé después de 76 días de cuarentena en la ciudad donde comenzó la pandemia del coronavirus.
La ciudad de Manaos, capital del selvático estado Amazonas de Brasil, vive un caos sanitario por el nuevo coronavirus: falta personal médico, algunos hospitales almacenan cadáveres en camiones frigoríficos y los cementerios empezaron a abrir fosas comunes.
La curva latinoamericana de muertes acumuladas por la covid-19 es, por ahora, menos pronunciada que las de EU y Europa. Aunque empezó con un ritmo casi idéntico, incluso un poco más acelerado, el ritmo comenzó a reducirse en la región antes de alcanzar los mil fallecimientos.
El coronavirus se está propagando desde las ciudades más grandes de Estados Unidos hasta sus suburbios y ha empezado a irrumpir en las regiones rurales de la nación. Se cree que el virus ha infectado a millones de ciudadanos y ha cobrado la vida de más de 34,000.
Las mascarillas se han vuelto un emblema del combate contra el coronavirus: funcionarios estadounidenses y de todo el mundo han recomendado —y en algunos casos ordenado— que la gente las use para que se pueda detener la propagación del brote mortal.
México es un país que tiene en torno a 80 y 120 sismos diarios, la mayoría de poca intensidad apenas perceptibles. En momentos en los que la emergencia sanitaria del coronavirus obliga al 80% de la población a quedarse en casa, es importante conocer cuáles serían los protocolos de evacuación.
"No podía caer en peor momento". La epidemia del coronavirus ha asestado un duro golpe a la floreciente industria de las bodas en Europa, integrada principalmente por pequeñas empresas e independientes.
Elizabeth Bonilla estaciona su ambulancia en una cuadra residencial en el distrito neoyorquino de Bronx. Otra ambulancia y un camión de bomberos ya están allí, donde sus luces tiñen la calle de un inquietante color naranja. Vecinos se congregan en sus escalones para mirar. Algunos beben vino.
Los coronavirus ya se han escapado en otras ocasiones de los laboratorios de alta seguridad chinos. El 18 de mayo de 2004, la Organización Mundial de la Salud mostró su “preocupación” después de que dos científicos del Instituto Nacional de Virología de Pekín se infectaran con el letal virus...
Algunas prácticas médicas que habían sido incuestionables antes de la COVID-19 —como cuándo es ideal usar respiradores— han desaparecido de un día para otro.
El hombre que metía recortes de periódico en sus libros, que obtuvo dos títulos universitarios tras la dura transición española, que amaba pasear por la naturaleza y recopilar artilugios, falleció en un hospital de Madrid el 26 de marzo a causa del coronavirus.
La historia del coronavirus se escribe en los hospitales de medio mundo, convertidos en zonas de guerra, pero también en fiestas y elegantes estaciones de esquí.
Mientras el virus avanza por Estados Unidos, un campamento de migrantes ubicado del lado mexicano de la frontera está a punto de convertirse en un desastre humanitario.
Una popular frase en Venezuela dice que hay que llevar la arepa a la mesa cada día o, lo que es lo mismo, ganarse el pan diario. Pero con una cuarentena vigente desde el 17 de marzo para frenar al coronavirus en un país donde el ahorro fue triturado por la hiperinflación, a algunos venezolanos...
Era el 7 de marzo por la tarde. El doctor Giovanni Passeri acababa de volver a casa desde el hospital Maggiore, donde trabaja como internista, cuando le llamaron de urgencia para que volviera a trabajar. Su unidad hospitalaria iba a admitir su primer caso de COVID-19.
Los turnos son largos y las escenas desgarradoras dentro de un hospital de Maryland, donde enfermeras y médicos llevan semanas tratando a pacientes con coronavirus y deben prohibir que las familias visiten a sus seres queridos en sus lechos de muerte.
Médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería y otros trabajadores de la salud se han convertido en héroes involuntarios en la lucha contra el coronavirus, conquistando elogios y sentidos aplausos desde los balcones y las calles de todo el mundo.
La noche del primer viernes de abril, la enfermera mexicana Sandra Alemán dejó a su hija bajo el cuidado de una amiga y pasó a comprar un café antes de iniciar su turno en un hospital público de la ciudad San Luis Potosí, a unos 400 kilómetros al norte de Ciudad de México.