Reportajes
La guerra silenciosa
El tráfico sobre avenida Jerusalén suele ser siempre muy difícil, va a vuelta de rueda, hay miles de apresurados conductores atropellándose por un espacio para avanzar y llegar a tiempo a sus empleos.
El tráfico sobre avenida Jerusalén suele ser siempre muy difícil, va a vuelta de rueda, hay miles de apresurados conductores atropellándose por un espacio para avanzar y llegar a tiempo a sus empleos.
Para preservar la antigua idea de que somos ciudadanos del mundo —y actualizarla en este contexto adverso— debemos ser pacientes y permanecer atentos. Esas dos viejas virtudes pasadas de moda, la paciencia y la atención, han vuelto a cobrar vigencia en esta época nerviosa, frenética, impaciente.
La pandemia ha trastocado el precario equilibrio de las mamás trabajadoras, que se han encontrado refugiadas en los baños de casa o en sus autos mientras intentan conciliar su empleo con las demandas de cuidado familiar.
Pasé diez días atendiendo neumonías en un hospital de Manhattan y esto es lo que aprendí. He sido médico de urgencias durante treinta años. En 1994, inventé un sistema de imágenes para enseñar a intubar, el procedimiento de insertar tubos de respiración.
En un artículo que publicaba esta semana la revista Time, la propia Tsai apunta que la clave de la reacción temprana fueron “las dolorosas lecciones del brote de SARS en 2003, que dejó a Taiwán traumatizada con la pérdida de docenas de vidas”.
La pandemia del coronavirus ha causado un fuerte impacto en la economía mundial a un ritmo sin precedentes. A continuación, ofrecemos los acontecimientos del jueves relacionados con la situación económica, los empleos y la propagación del virus en todo el mundo.
El miedo se ha convertido en el factor ordenador de la sociedad global en la pandemia. Pero ¿cómo orientarnos ahora que el miedo está desnudo? Fracasamos. Nos creíamos tan poderosos y un virus nos deshizo.
Países de todo el mundo han gastado miles de millones de dólares rescatando a empresas afectadas por el brote de coronavirus. Los cocaleros peruanos, que cultivan la tupida planta utilizada para producir cocaína, dicen que también quieren ayuda.
Bajo un cálido sol vespertino, Chen Enting tomó una foto del boleto para su primer viaje en ferry por el río Yangtsé después de 76 días de cuarentena en la ciudad donde comenzó la pandemia del coronavirus.
El coronavirus se está propagando desde las ciudades más grandes de Estados Unidos hasta sus suburbios y ha empezado a irrumpir en las regiones rurales de la nación. Se cree que el virus ha infectado a millones de ciudadanos y ha cobrado la vida de más de 34,000.
Algunas prácticas médicas que habían sido incuestionables antes de la COVID-19 —como cuándo es ideal usar respiradores— han desaparecido de un día para otro.
Mientras el virus avanza por Estados Unidos, un campamento de migrantes ubicado del lado mexicano de la frontera está a punto de convertirse en un desastre humanitario.
Los turnos son largos y las escenas desgarradoras dentro de un hospital de Maryland, donde enfermeras y médicos llevan semanas tratando a pacientes con coronavirus y deben prohibir que las familias visiten a sus seres queridos en sus lechos de muerte.
Médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería y otros trabajadores de la salud se han convertido en héroes involuntarios en la lucha contra el coronavirus, conquistando elogios y sentidos aplausos desde los balcones y las calles de todo el mundo.
En El Salvador, el número de homicidios se redujo casi a la mitad entre febrero y marzo. Su vecina Honduras también ha registrado una disminución en los asesinatos en las últimas semanas, así como Colombia y el estado más poblado de México.
Ante la crisis del coronavirus, la gente se ve obligada a tomar decisiones que en otra época hubieran sido cotidianas pero que hoy en día podrían tener graves consecuencias.
En todo el continente americano, las enfermedades traídas por forasteros acabaron o devastaron muchas naciones nativas, y este legado está marcado en la memoria colectiva. En décadas recientes, enfermedades como el sarampión y la gripe porcina han causado estragos en algunas comunidades.
Sor Angel Bipendu, religiosa y médica, una mujer de ciencia pero también de fe, visita a los enfermos del nuevo coronavirus en la región de Bérgamo, una de las más afectadas de Italia por la pandemia.
La pandemia puede provocar cambios fundamentales y alterar la forma en que se diseñan los espacios de trabajo. En el corto plazo, podemos esperar más desinfectante para manos y menos escritorios compartidos.
Brooklyn está a oscuras el lunes, excepto por las luces de la calle, cuando suena el despertador de Carla Brown a las cinco y cuarto de la mañana, más temprano que de costumbre. Pero con el coronavirus al acecho de Nueva York, no es un día ordinario.