La revuelta de los valores
La política actual ya no habita en las instituciones ni en los políticos. Ahora, la política hace ruido en las calles y está en las redes de la sociedad. Y pronto dejará de ser un asunto de profesionales o estudiosos.
La política actual ya no habita en las instituciones ni en los políticos. Ahora, la política hace ruido en las calles y está en las redes de la sociedad. Y pronto dejará de ser un asunto de profesionales o estudiosos.
La democracia decae. Así lo sugieren desde hace algún tiempo el Club de Madrid, Freedom House y el National Endowment for Democracy, entre otros. Al concluir la tercera ola, hemos sido testigos de una paulatina "recesión democrática", en palabras de Larry Diamond.
Cuando el Estado se exonera a sí mismo de fehacientes conflictos de interés, la señal que se envía a la sociedad es que los gobernantes están por encima de la ley y que la aplicación del estado de derecho es negociable.
"Lo malo de reprimir a periodistas que afectan a nuestra imagen es que provoca muy mala imagen". No es una frase de Oscar Wilde, pero bien podría serlo de Javier Duarte, el gobernador de Veracruz.
Los republicanos tendrían que preguntarse si las propuestas de Trump encajan en los principios del libre mercado y de los Derechos Humanos. Si quieren perder en 2016, seguirán su canto antiinmigrantes.
Los mercados de todos los países del mundo tiemblan por la revaluación del dólar y el debilitamiento de sus monedas. Ningún país queda inmune. Un movimiento telúrico que en México produce oleadas de tsunamis, uno tras otro.
La célebre frase de Hank González "un político pobre es un pobre político" es algo con lo que los mexicanos hemos aprendido a vivir. Pero resulta mucho más difícil tragar la versión más descompuesta: un pobre político que no es más que un político rico.
El fotógrafo Rubén Espinosa, quien apareció asesinado el último día de julio junto a cuatro mujeres en un apartamento en la Ciudad de México en circunstancias que aún son investigadas, había llegado al Distrito Federal durante el mes de junio.
Pasado lo peor de la crisis, conviene recordar que todo lo que es bueno para General Motors lo es para Estados Unidos. Y todo lo que es bueno para Washington puede ser malo para Pekín. Los dos dinosaurios mundiales han chocado.
No es incapacidad sino falta de voluntad lo que limita a Enrique Peña Nieto. La medida tomada en Oaxaca en contra de la sección 22 de los maestros revela que cuando lo desea su gobierno puede tomar decisiones valientes y políticamente bien instrumentadas.
Peña Nieto, se encuentra hoy inmerso en uno de esos desgarradores dilemas. Comenzaba una visita a Francia, cuando de repente se le vino el mundo encima: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, se había fugado del penal de mayor seguridad en México.
¿Qué sigue? Es la pregunta obligada que nos hacemos millones de mexicanos frente a una serie de acontecimientos en donde la mentira, el miedo y el cinismo alcanzan su máxima expresión.
Hay personas a quienes les estorba el atractivo físico. Hombres y mujeres con un rostro que provoca suspiros, aunque en su alma anide una fractura paralizante. Como si haber crecido dotados del beneficio estético inhibiera el desarrollo de otras herramientas de sobrevivencia.
Peña Nieto prometió tasas de crecimiento dos veces superiores a las que su gobierno ha producido. No hay manera de que la opinión pública considere favorable un desempeño que termina por ofrecer la mitad de lo prometido.
En su aberrante discurso el megalómano Trump nos ofendió a todos los latinos al aseverar que México, Sud y Latino América enviamos a su país violadores, criminales y narcotraficantes.
En estricto sentido, lo que le espera a Peña Nieto es una meseta en la cima de la montaña que irá descendiendo de manera gradual hasta convertirse en descenso incómodo y eventualmente en caída libre.
Por fin, buenas nuevas desde México. En los últimos meses hemos tenido demasiadas noticias terribles: asesinato de estudiantes, escándalos de corrupción, huelgas de maestros revolucionarios, aparición de nuevos cárteles de narcotráfico, choques sangrientos.
La clase política nacional abona su desprestigio al congratularse por la "fiesta de la democracia", del "gran espíritu cívico" de los mexicanos. La esperanza que suscitaron las reformas de Peña Nieto se ha frustrado y desvanecido ante las adversidades.
México tiene malas calificaciones en materia de corrupción. Basta mirar los índices para comprobarlo. Basta revisar lo dicho cotidianamente en los medios para reafirmarlo. Los niveles alcanzados son tales, que una parte de la sociedad se ha organizado para denunciar los hechos.
Había un partido de izquierda, Corriente Democrática, luego PRD. Surgió en 1988 bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, hijo de Lázaro, prócer histórico del nacionalismo revolucionario. Fracción disidente del PRI, le desafió en las elecciones de aquel julio.
Ningún político se ve en el espejo por las mañanas y espeta un "carajo, qué corrupto soy". No importa si ha hurtado 10 pesos o 10 millones de dólares, está absolutamente convencido de que cualquier otro en su lugar habría robado cinco veces más.
Reconocer la realidad del racismo, negada por siglos, es una de las mayores deudas que tiene la sociedad mexicana consigo misma. Es una realidad que deben reconocer y revertir las autoridades públicas.
Los poetas siempre han sabido que el amor nos hace vulnerables, los comerciantes también y lo han explotado para vendernos cosas en Navidad o un seguro de vida cada año. Pero ahora el asunto ha escalado a una dimensión absurda.
La corrupción cuando se destapa rara vez permite que las cosas sigan como estaban y así la inestabilidad y la desconfianza en los políticos se han instalado en algunos países de América Latina.
Sí, es preocupante que los narcos hayan podido tumbar un helicóptero de guerra blindado y artillado, pero lo que verdaderamente atemoriza es lo que siguió después: la capacidad logística que supone concertar en cuestión de horas una veintena de retenes simultáneos.
La decisión de Indonesia de ejecutar a los traficantes de drogas extranjeros pese a las protestas de Brasil, Australia, Holanda y Nigeria, revela una vez más las enormes diferencias que existen en el mundo en materia de lucha contra las drogas.
Tancítaro es el lugar desde el cual todos los mexicanos han recibido una esperanzadora lección de sentido común. Esta comunidad michoacana decidió que las elecciones no justificaban poner en riesgo el precario equilibrio que han alcanzado pese a encontrarse en una región devastada por la violencia.
Dicen que un cirujano es un asesino sublimado, alguien con la inclinación necesaria para tomar un instrumento afilado y acuchillar al prójimo. Nada reprochable, desde luego, si la acción tiene como propósito extirpar un tumor maligno.
El Centro de Estudios sobre Impunidad y Justicia (CESIJ) de la Universidad de las Américas Puebla, publicó el Índice de Impunidad Global. En el se mide la impunidad por país. De los 193 países miembros de la ONU, solo 59 fueron incluidos por haber contado con información estadística suficiente.
La corrupción, esa gran plaga que invade muchos países de América Latina y del mundo, va a ir acrecentándose en la percepción social y la crisis económica que se avecina amenaza con provocar un rechazo aún mayor de estas prácticas.
América Latina es un conglomerado, cada vez menos armónico, de realidades distintas. Es claro que la región participa de una herencia común. Es cierto que casi todos los países de la región comparten el mismo idioma, una arquitectura política similar, ordenamientos jurídicos análogos.
La corrupción ha terminado por convertirse en un tema tan recurrente que aburre leer o hablar de ella. Sin embargo, es la responsable del desempleo, de que su hijo esté pensando que da igual ser recto que retorcido y de que al final ser sicario o asesino sea una alternativa.
Razones para el pesimismo hay muchas. El tema de fondo es qué vamos a hacer con él. El desencanto ciudadano con los políticos es profundo, generalizado, ganado a pulso y no parece tener compostura.
El Gobierno federal de Estados Unidos no solo les otorgó asilo a narcotraficantes y les facilitó la compra de armas de fuego, también lavó millones de dólares a su favor.
Cuentan que Marcel Proust se desesperaba ante interlocutores que evitaban detalles en sus conversaciones. Si el escritor que ganaría su inmortalidad precisamente por andar buscando el tiempo perdido se le ocurría preguntarle a alguien cómo había sido su día.