EFEMÉRIDES
Los Santos Inocentes
Fiesta de los Santos Inocentes, mártires, niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por el impío rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús, a quien habían adorado los Magos.
Fiesta de los Santos Inocentes, mártires, niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por el impío rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús, a quien habían adorado los Magos.
El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
“Él, recostándose sobre el pecho de Jesús.....” Es sólo una frase tal vez. Lo hizo para preguntarle a Cristo quién es el traidor a sugerencia de Pedro. Pero indudablemente indica una familiaridad enorme entre Cristo y él.
SAN JUAN Evangelista, a quien se distingue como “el discípulo amado de Jesús” y a quien a menudo le llaman “el divino” (el “Teólogo”) sobre todo entre los griegos y en Inglaterra, era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien desempeñaba el oficio de pescador.
Quien pone su confianza en las cosas de la tierra, apartando su corazón del Señor, está condenado a la esterilidad y a la ineficacia para aquello que realmente importa: será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará en la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspito [2].
La casa de Lázaro estaba rodeada de flores, naranjos y limoneros. En aquella familia encontraba Cristo paz, sosiego y serenidad. Muchísimo amaban los tres hermanos al Señor, pero infinitamente más amaba Jesús a los tres hermanos de Betania.
Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.
Fiesta de san Esteban, mártir, varón lleno de fe y de Espiritu Santo, que fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús.
«Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar».
Una nueva y eterna alianza estaba por llegar. Era necesario que los hombres comprendieran la importancia de ese acontecimiento, centro y pináculo de la Historia, y procuraran orientar todos los aspectos de su existencia en función de Él.
En un momento determinado, el animador encargado de él nos hizo dividir en pequeños grupos y a cada grupo se le pidió que respondiera a esta pregunta: ¿Cuál es la cosa más importante con que la Iglesia debería desafiar al mundo ahora mismo?
En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir "manifestación", después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo.
«Su vida pone de manifiesto la supremacía del amor, fuente de gracia y de virtud que se nutrió en la adversidad. Desposada con un hombre mayor, lo perdió a él y a sus hijos. Fue una madre para los huérfanos que acogió en su palacio»
«Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura».
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo.
En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso...»
El calendario litúrgico establece que la Navidad empieza la víspera del 25 de diciembre (es decir, el 24 en la tarde-noche) y termina el día del bautismo del Señor (13 de enero). Así las cosas, de entre todo lo que podríamos reflexionar, decir o escribir sobre el nacimiento de Jesús en Belén.
Dios podría haber ordenado a sus Ángeles que construyesen el más bello palacio de la Historia, para allí, venir a mundo. Pero, no fueron esos los designios divinos. Nuestro Señor nos da una lección al escoger una de las menores ciudades de Judá, la insignificante Belén, "casa del pan".
Se acerca la Navidad, en torno a ella se desarrolla la lucha angélica y satánica, de ángeles de Dios derramando gracias buscando llevar los hombres hacia Él y recordarles su venida al mundo y de los demonios, queriendo ocultar el sentido religioso de estos días, enfatizando sólo en la juerga.
A mediados del siglo IV, en el Imperio Romano de Occidente se adoptó el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesucristo; esta fecha confirmaba la que hacía dos siglos habían señalado los cristianos romanos como su más solemne celebración.