EFEMÉRIDES
Edmundo, Santo, Martir
En Inglaterra, san Edmundo, mártir, que, siendo rey de los anglos orientales, cayó prisionero en la batalla contra los invasores normandos y, por profesar la fe cristiana, fue coronado con el martirio ( 870).
En Inglaterra, san Edmundo, mártir, que, siendo rey de los anglos orientales, cayó prisionero en la batalla contra los invasores normandos y, por profesar la fe cristiana, fue coronado con el martirio ( 870).
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle.
Es muy difundido, en las redes sociales, un gracioso comentario sobre su utilización. Se trata de un individuo que recurre al mismo método de Facebook, Whatsapp u otros, para hacer amigos, pero con la diferencia que lo hace por las calles.
Un año de trabajo ha pasado y con él viene la recompensa; el anhelado aguinaldo, con todo el esfuerzo que este representa y que será un dinerito extra que debería servir para solventar las necesidades y gastos que durante doce meses tuvieron que esperar su turno.
Conmemoración de san Abdías, profeta, quien, después del exilio del pueblo de Israel, anunció la ira del Señor contra las gentes enemigas
La frase central del Evangelio que relata en encuentro de Bartimeo con Jesús, es sin duda ésta: "Anda, tu fe te ha salvado". Porque lo más admirable de aquel ciego es su fe, su confianza inmensa. Él no creerá porque es curado, sino que es curado porque cree.
En aquel tiempo, sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
En aquel tiempo, Jesús les propuso una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ¡Hazme justicia contra mi adversario!'.
La idea de Cristo Rey, del Reinado de Jesucristo fue propuesta por Pío XI al mundo como remedio del laicismo
El ideal democrático se construye sobre una premisa fundamental: la gente puede, al menos en teoría, escoger candidatos que reflejen sus propias convicciones e intereses.
No digas no haber obtenido aquello que has pedido rezando mucho, porque te has beneficiado espiritualmente. De hecho, ¿qué bien más sublime puede existir al de estar unido con el Señor y perseverar en esa unión ininterrumpida con Él?
Santa Margarita, nacida en Hungría y casada con Malcolm III, rey de Escocia, que dio a luz ocho hijos, y fue sumamente solícita por el bien del reino y de la Iglesia; a la oración y a los ayunos añadía la generosidad para con los pobres, dando así un óptimo ejemplo como esposa, madre y reina
El Papa Francisco reprochó al mundo que aparte la mirada "ante la dramática situación de los cristianos que son perseguidos y asesinados en número cada vez creciente".
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban».
Asignarle buena o mala suerte a un número, concretamente al número 13, es estar hablando de una superstición y si comenzamos a hablar de supersticiones, hay muchas: En día 13, ni te cases ni te embarques.
Existe un juego que quizás practicaste de niño y que consiste en pasar un mensaje de uno a otro, y sorprenderse porque al final el mensaje ha cambiado notablemente.
«Aclamado obispo, doctor de la Iglesia y doctor universal. Uno de los más insignes maestros de la teología medieval. Patrono de la Jornada Mundial de la Juventud, de la ciencia y de los científicos»
La grandeza del intelecto humano encuentra su culmen no en la expresión glamorosa del pensamiento, sino en la claridad y sencillez de la exposición del mismo, las palabras logran su real sentido cuando encuentran el receptor no sólo comprensión sino también aceptación.
«Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: Vedlo aquí, vedlo allá'. No vayáis, ni corráis detrás. Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día».
Frases como esas retumbaban fuertemente en las calles de París en los años de la Revolución Francesa. El populacho decía que acudía a la capital por falta de pan y, estando allá, se unía a los revolucionarios republicanos contra el Monarca y la nobleza.