COMO ANILLO AL DEDO
La promesa del elegido
Bolsonaro no es el primer jefe del Estado que acude al culto semanal en la Cámara, pero ninguno de los recientes daba semejante protagonismo a la religión en sus actos.
Bolsonaro no es el primer jefe del Estado que acude al culto semanal en la Cámara, pero ninguno de los recientes daba semejante protagonismo a la religión en sus actos.
México no es Venezuela y AMLO no es Hugo Chávez, no, sin embargo, las semejanzas están a la vista. Chávez, un connotado populista, se negó a construir un Estado de derecho e hizo de Venezuela un Estado fallido gobernado de acuerdo a sus estados de ánimo.
Trump controla a su gabinete por medio del miedo, en tanto AMLO a su vez tiene también amedrentado al suyo integrado por personajes que niegan a diario las evidencias más palpables.
Donald Trump ya no tendrá que preocuparse por construir y financiar su muro; México se ha erigido en él. Seremos la barrera entre los inmigrantes y un presidente que los presenta como una amenaza de seguridad nacional.
El conflicto migratorio —arancelario— que hoy enfrenta a México y Estados Unidos es consecuencia de muchos factores, pero a la cabeza de esas circunstancias están dos presidentes más interesados en quedar bien con su mercado electoral que con tomar decisiones de Estado.
"Las discusiones de inmigración en la Casa Blanca con representantes de México han terminado por hoy (miércoles). Hubo progreso, pero ni de cerca es lo suficiente!", tuiteó el mandatario estadounidense.
No única, pero sí eterna. Sobre todo cuando le funcionamos al presidente de los Estados Unidos para revertir un ciclo noticioso negativo o para afirmarse ante su base electoral. El reto sigue estando en saber si México alguna vez podrá articular (y activar) una contra narrativa efectiva.
Los venezolanos han vivido GoT con la misma intensidad que en otros lugares del planeta, pero convencidos de que ellos son los protagonistas de un drama parecido. "Creo que es algo que tiene muchísima resonancia con la gente.
Si no fuera por los muertos y la envergadura del drama social, el intento de golpe de Estado del 30 de abril en Venezuela bien pudiera calificarse como una charlotada. Cuesta trabajo digerir tanta equivocación en los cálculos de la dirección opositora y de los asesores estadounidenses.
Ningún baño de humildad es más efectivo que imaginarse un mundo sin nosotros, una vida en la que ya no estemos. Podemos asumir que tres o cuatro personas la pasarán mal un rato, probablemente la pareja y los hijos si se tienen (o eso quisiéramos pensar).
En Israel no hay tradición de celebrar una jornada de reflexión antes de los comicios. Este lunes, sin embargo, hubieran sido necesarias unas horas de introspección tras intensas semanas de crispación y acusaciones.
Varios periodistas lo han confrontado por la forma como estigmatiza y polariza a los medios, utilizando como peyorativos los calificativos de “fifís” y “conservadores”, y cada vez los medios le exigen respuestas a sus preguntas, no evasivas ni ataques. Las cosas apuntan a que empeorarán.
Cuentan los periódicos de la época que el pueblo cubano salió irritado al Malecón habanero a gritar aquello tan caribeño de "¡Nikita, mariquita!", tras la resolución pacífica de la Crisis de los Misiles.
Cuando los pueblos se encuentran en crisis, surgen las voces que recomiendan la huida o la remesa. Así les pasó a los cubanos, ahora a los venezolanos y que el destino nos proteja de nunca tener que tomar esas decisiones. Por eso recordé una vieja anécdota de pueblo que hoy me sirve de referencia.
Dejé atrás el Puente de la Unidad con la misma frustración de los miles de voluntarios que esperaban para cruzarlo. No es que tuviéramos un especial interés en morir acribillados. Yo, por ejemplo, me he vuelto pinkeriana también en lo personal.
El desafío de Juan Guaidó, que comenzó el pasado 23 de enero al jurar como presidente encargado de Venezuela, plantea un horizonte diferente en el aniversario de la detención del preso político más emblemático del chavismo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador está educando; su conducta en el ejercicio del poder enseña a todos, para bien o para mal. Su permanente presencia en los medios masivos de comunicación la gozamos, o la padecemos, a toda hora.
La esperanza ha regresado a las calles de Venezuela por primera vez en muchos años. La oposición democrática pacífica se ha reunido en torno al presidente interino Juan Guaidó para poner fin a la opresión, la corrupción y el hambre impuestos al pueblo de Venezuela por el régimen de Maduro.
La refinería de Salamanca sigue cerrada; el desabasto persiste en el centro y el occidente del país; la explosión de Tlahuelilpan aún no tiene responsables, y la guerra del huachicol no va a ningún lado, si a detenidos y procesados nos atenemos.
Pocas semanas después, ante la Asamblea General de la ONU, señaló públicamente a Maduro y al régimen cubano como responsables de todos los males del hemisferio y, en cada encuentro con dirigentes latinoamericanos, los animaba a actuar contra Venezuela.