TRASCENDENTAL
Los árboles del paraíso
Si el hombre quiere vivir en el jardín de Dios, ha de aceptar su condición de hombre. El hombre no es Dios: no es el Creador, sino una criatura; una criatura amada por sí misma, ensalzada sobre las demás criaturas, puesto en el jardín como lugarteniente de Dios para guardarlo y cultivarlo.