La paz invisible y silenciosa de Colombia
Éver Aleán quería tener una moto grande, una mujer para exhibir y llevar sus bolsillos cargados de billetes. Nació entre cultivos ilícitos. Era un niño que jugaba a raspar hojas de coca. Fue raspachín y su sueño era ser narcotraficante. Sus compañeros de la escuela también anhelaban lo mismo.