Según la medición de la Asamblea Nacional difundida el lunes, en febrero los precios en promedio aumentaron un 80 por ciento, una aceleración ligeramente menor a la del mes anterior, en medio de la hiperinflación que vive el país petrolero desde finales de 2017.
Los diputados citaron leyes y artículos de la Constitución según los cuales está prohibido usar las reservas del país como garantía, como ocurre con el Petro que, según el Gobierno, estará respaldado en 5,000 millones de barriles de crudo y otros minerales.
Estados Unidos despertó hoy dividida entre la precaución y el aplauso tras la gran puesta en escena del proteccionismo de su presidente, Donald Trump, a pesar del gran rechazo internacional que ha generado la imposición de aranceles al acero y el aluminio.
Los compradores globales adquirirían 1,94 millones de barriles por día (bpd) de crudo iraní en marzo, un 21 por ciento menos que el mes previo, dijo la fuente que solicitó el anonimato debido a que la información es confidencial. Fue la cifra más baja desde marzo de 2016.
La tensión entre Pekín y Washington se agravó desde que Trump llegó a la Casa Blanca. China representa una pequeña fracción de las importaciones siderúrgicas estadounidenses pero su gran expansión industrial ha acentuado un exceso global de oferta de acero que generó una baja en los precios.
Trump retomó la bandera del patriotismo económico. En un movimiento que quedará para los libros de historia, decidió fortificar aún más el islote estadounidense y lanzar una señal al orbe. El golpe, como tantas veces ocurre con el republicano, no fue completo.
Las alzas en los aranceles apuntan a contrarrestar las importaciones baratas, especialmente de China, que Trump dice perjudican a la industria y los empleos en Estados Unidos. Destacados republicanos y miembros del Congreso se oponen a la medida, preocupados por su posible impacto en la economía.
La industria global de petróleo y gas necesita invertir más de 20 billones de dólares en los próximos 25 años para cumplir con el aumento previsto de la demanda y compensar por el declive natural de campos maduros, dijo el martes el presidente ejecutivo de la gigante estatal Saudi Aramco.
Más de la mitad de los estadounidenses no comparten las afirmaciones de su presidente, Donald Trump, sobre que una guerra comercial sería "buena" y "fácil de ganar" para su país, según una encuesta de la Universidad Quinnipiac publicada hoy.
Trump ordenó la renegociación del TLCAN poco después de su llegada a la Casa Blanca tras calificarlo de manera reiterada como "un desastre", y este lunes se cerró la séptima ronda de conversaciones al respecto en México sin que se hayan dado avances sustanciales.
El ministro de Petróleo de Nigeria, Emmanuel Ibe Kachikwu, fue más explícito que Barkindo y dijo que los grandes productores que operan campos de esquisto y los miembros de la OPEP deberían responsabilizarse por los precios.
La Agencia Internacional de la Energía dijo el lunes que la producción petrolera de Estados Unidos se acercaría a los 17 millones de barriles por día en 2023, tras un pronóstico previo de 13,2 millones de barriles, quitando cuota de mercado a la OPEP y acercándose a la autosuficiencia.
La producción de petróleo en Estados Unidos creció fuertemente el año pasado y se espera que aumente en 2,7 millones de barriles por día (bpd) a 12,1 millones de bpd hacia 2023, ya que la mayor actividad en campos de esquisto compensaría las disminuciones en el suministro convencional.
China no quiere una guerra comercial con Estados Unidos pero va a defender sus intereses, dijo el domingo un diplomático de alto rango, después de que el presidente Donald Trump anunciara un plan para imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio.
El presidente dijo que Estados Unidos aplicaría aranceles de 25 por ciento al acero importado y de 10 por ciento sobre el aluminio para proteger a los productores domésticos, desatando una oleada de críticas de los socios comerciales y causando un desplome de los mercados de acciones.
Además, a Guajardo le sorprendió por allá el anuncio de Trump de que Estados Unidos se dispone a imponer aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio, una medida que afecta a plantas en varios estados mexicanos que emplean a miles de trabajadores.
El Índice de Gerentes de Compras (PMI) de Servicios de Markit/Nikkei cayó a 51,7 en febrero sobre una base estacional, desde 51,9 en el mes anterior. Pero se mantuvo por encima del umbral de 50, que separa la expansión de la contracción, por decimoséptimo mes consecutivo.
En lo inmediato, penaliza el consumo y el empleo. Las compañías americanas aumentarán sus precios convergiendo hacia el nivel de los aranceles. Habrá una reducción de la demanda de todos los bienes que insumen acero, con sus concomitantes efectos en el mercado laboral.
La segunda economía más grande del mundo ha traducido su crecimiento del PIB en mejores ingresos per cápita, y la búsqueda de una alimentación sana y segura por parte de la población ha brindado nuevas oportunidades para todo el mundo, en particular para América Latina.
La Reserva Federal digirió los recortes de impuestos y los planes de elevar los gastos de Trump apenas con un hipo, pero la decisión del Gobierno de subir los aranceles al acero y aluminio en EU enfrenta a la FED con sus dos peores pesadillas: una inflación acelerada y una ralentización global.
