Un nuevo episodio de la inmigración ilegal se escribe en Nueva Orleans
La mujer y su esposo, Juan Simón Andrade, tenían una pequeña tienda de comestibles en su casa en Honduras. "Estábamos bien, éramos felices", dijo. Su negocio les permitía pagar un colegio privado y cuidado especial para su hija que está confinada a una silla de ruedas.-